Mi maternar

Y comencé a llorar de la nada, mis lágrimas salían nuevamente, recorriendo mis mejillas y rodando mi cara hasta llegar a mi cuello e invadir mi cuerpo, las veía, me veía, nos veía, era como si una enorme ola mojara mi ser y me recordara que soy invencible creadora, que aquellas lucecitas que concebí en mi vientre me llamaron de lejos y se conectaron a mi, a mi cuerpo que se sintió habitado 9 meses por cada una. 





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